Julio Cortázar fue un renombrado escritor argentino nacido en Bruselas en 1914. A los cuatro años se mudó con sus padres a Argentina y ya desde muy pequeño demostró ser un lector empedernido; con tan solo nueve años ya había leído a autores tan importantes como Allan Poe, Victor Hugo o Julio Verne. No es de extrañar, pues, que con tan solo diez años escribiera una pequeña novela, así como algunos cuentos y poemas.
Cortázar estudió Magisterio y Letras y trabajó como maestro rural durante algunos años. Luego pasó un tiempo viviendo en Buenos Aires, dando clases en diversas escuelas hasta que, en 1944, se trasladó a Mendoza, al oeste de Argentina. En esta ciudad impartió clases de literatura francesa en la Universidad Nacional de Cuyo.
Con la victoria en las elecciones presidenciales de Juan Domingo Perón en 1946, Cortázar renunció a su puesto y regresó a Buenos Aires, donde ese mismo año publicó el cuento Casa tomada en una revista (Los Anales de Buenos Aires) dirigida ni más ni menos que por Jorge Luis Borges. En los años posteriores continuó colaborando en diversas revistas culturales, dedicándose al mismo tiempo a la escritura y a la traducción.
Con su primera antología, Bestiario, publicada en 1951, el argentino empezó a ganar prestigio como escritor. No mucho más tarde, debido a su oposición al régimen de Perón, se estableció en París, donde moriría en 1984.
Su mayor éxito literario llegó en 1963 con Rayuela, la más conocida de sus obras. La importancia de este libro contribuyó en gran medida a que Cortázar fuese considerado uno de los representantes del "Boom latinoamericano". Otras obras que merece la pena señalar son Historias de cronopios y de famas (1962), 62 / Modelo para armar (1968), Octaedro (1974) o Queremos tanto a Glenda (1980).
A continuación se pueden leer las primeras líneas del cuento mencionado anteriormente, Casa tomada, uno de los más leídos y analizados del autor. Esta historia, que se puede englobar en el género del cuento de narrativa fantástica, está contada de forma lineal y se podría situar aproximadamente en el año 1939 en Buenos Aires.
Casa tomada
Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la mas ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.
Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura, pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos al mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios.
